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teresa díaz guzmán

Una economía que mata

Nuestro modelo económico está en quiebra porque esta economía mata. El libro de Enrique Lluch no se conforma con analizar cómo hemos llegado hasta aquí, sino que propone caminos para lograr que el desempeño económico ofrezca mejores resultados «no sólo para algunos, sino para la totalidad de la población». La clave principal del cambio es plantear «unos objetivos distintos hacia los que enfocar su actuación» y promover «unos valores distintos».

«El objetivo principal de nuestros países es el crecimiento económico» que significa tener más entre todos. Si éste es nuestro objetivo, los mejores de mi sociedad son los que más producen y son ésos los que interesan. El problema de nuestra sociedad es justo ése: que hemos puesto el afán del dinero, la ambición por la riqueza, por delante de todo lo demás. Y ¿qué ocurre entonces si una persona no aporta?, «¿para qué los queremos?». Como no sirven, no son útiles para cumplir el objetivo productivo, se les descarta.

quique lluch presentación libro

Lluch plantea como alternativa «una economía que sirva [a las personas] y no que [las] gobierne». En la lógica del mercado «se da porque se espera recibir» pero hay otra dinámica: la del «que da porque antes ha recibido». Esta economía distinta camina hacia una economía del compartir en contraposición a la economía de la competencia, de la competitividad, que realmente es una forma de funcionar que «no genera abundancia para todos». La mayoría de las personas son agradecidas, lo que genera una dinámica económica distinta.

Destaca Francisco Lorenzo –Coordinador de Estudios de la Fundación FOESSA y de Cáritas Española– del libro Una economía que mata. El Papa Francisco y el dinero que nos «invita a no quedarnos tranquilos» porque no sólo las instituciones son responsables, también nosotros. Debemos hacer una «reflexión personal» porque «no nos resistimos a lógicas seductoras que expulsan personas» y de eso somos responsables, de dejar fuera a los que no son competitivos.

una economía que mata personas

El modelo económico actual está exigiendo «la autosuficiencia, que nos garanticemos nuestro propio bienestar», como apuntaba Francisco Lorenzo Gil Sanz en la presentación del libro, y ahí pierden siempre los más débiles: eso es «una economía de descarte». Se rompe el pacto social y se sustituye por un contrato mercantil que busca la rentabilidad, lo que no deja de ser «un modelo pervertido y perverso que ha arrebatado al ser humano el lugar central». Las «personas y su dignidad» deben ser el centro del sistema.

Porque la economía actual mata también la dignidad (porque nos toca hacer cosas que no queremos) y la esperanza (porque se dice que no se puede hacer más que una cosa, cuando siempre hay opciones). Si no haces las cosas como la economía dicta parece que lo estés haciendo mal, cuando lo que hay que cambiar –porque está mal– es la economía y el uso que hacemos de ella.

Descubrir que es posible es fundamental. En palabras de Lluch: «Necesitamos más gente que crea que puede cambiarse la dirección de nuestra economía». Podemos conseguir que realmente sirva a todos, que todo el mundo pueda «desarrollarse como persona» y para eso es imprescindible «tener lo necesario para vivir dignamente», buscar que todos tengamos lo suficiente.

mafalda mundo mejor

El debate actual debe centrarse en ver adónde «dirigirnos» sin prejuicios. Debemos superar la dicotomía público/privado para ir en otra dirección: «que todo el mundo pueda vivir dignamente». Y luego ya decidiremos cuál es la mejor opción: público, privado o nuevas fórmulas. La cuestión hoy es que no hay modelos económicos consistentes que se basen en dar cabida a todos.

También debe superarse el modelo de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) que no cuestiona la visión reduccionista de la empresa –cuyo único objetivo es lograr beneficios para sus accionistas–. El objetivo de una empresa debe ser cumplir una función social. Y, por supuesto, la rentabilidad es condición sine qua non pero no su objetivo último.

 

¿Por qué el Papa Francisco?

Los gestos del Papa Francisco desde su primera aparición fueron diferentes. El día de su elección, por ejemplo, no salió victorioso sino apesadumbrado, «consciente de la gran responsabilidad» que asumía; no llevaba la pelliza roja ni un crucifijo de oro; eligió el nombre de Francisco, por primera vez sin número, para evitar la asociación con las denominaciones de los reyes.

El Papa se autodenominó en todo momento Obispo de Roma,  lo que tiene un significado sutil pero importante: se presenta como un igual del resto de obispos. Además, «pidió que le dieran la bendición antes de dar la suya» en un reconocimiento de que Dios está en la comunidad. Tiempo después aún se muestra coherente con aquellos gestos, y rotundo en lo tocante a la economía: «No se puede creer en Dios y en el dinero». Son palabras del propio Jesús.

una economía que mata: compartir

Estos gestos gustan incluso a los no creyentes críticos, igual que el libro, que no es un libro sólo para creyentes aunque tenga la marca religiosa de su autor. La gente se suma «ante un compromiso con los más desfavorecidos», como ocurre en Cáritas, por ejemplo: «cada uno viene de un sitio» y nos une un trabajo en el que creemos, independientemente de que las personas sean religiosas o no.

 

El autor

Enrique Lluch (puedes ver su perfil profesional aquí) fue profesor mío en la facultad de Periodismo de la UCH-CEU. Por aquel entonces yo abominaba –como ahora– de una economía centrada en la obtención de beneficios como máxima actividad y me enseñó a descubrir que la economía depende de cada uno de nosotros –luego esto se llamaría el poder del consumidor y que podía ser un instrumento al servicio de las personas pero, para ello, había que entenderla.

quique lluch una economía que mata

Hace unos días presentó este libro –Una economía que mata. El Papa Francisco y el dinero– en el Palacio de Colomina y me resultó muy interesante. Léanlo. También su blog: enriquelluchfrechina.wordpress.com

Gracias por seguir acercando la economía a las personas.

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