
veo veo… una letra
–El pan redondo es una o con forma redonda en varios trazos, como los que hace quien aún está aprendiendo a escribir y no la dibuja de una sola vez; en su centro, el calor del horno levanta una ene mayúscula con los cortes del pan. El perchero, cuando el abuelo cuelga su boina, forma una pe. La zanahoria recuerda una jota, de conejo, claro, y según la va mordiendo, empezando por la punta, la transforma en una i. La bufanda, tirada sobre el sofá, a veces es una Q mayúscula y otras una zeta, mientras que, colgada en la percha, papá dice que es una elle, aunque yo solo veo la ele repetida. En el paragüas del abuelo se esconden las letras de, con un trazo ascendente muy alto, y la pe, con un trazo hacia bajo largo. Y hay más… pero ahora no me acuerdo.
A Lucas le encanta jugar a buscar letras y es todo un experto. Su papá trabaja buscando letras y le ha enseñado a descubrir dónde se esconden. Su trabajo es dibujarlas primero en un papel y, luego, en el ordenador. Al terminar, las letras ya no pueden escaparse más: quedan todas bien colocadas en su fila y los mayores las usan en el cuento de piratas, en las invitaciones de cumpleaños, en la caja de los cereales, en las pelis de dibujos…
–¡Todo tiene letras!
Me lo explica Lucas, caminando de mi mano, al tiempo que deja caer la mano que tiene libre desde la altura de su cabeza hasta el muslo, antes de volverla a subir.